Uno de princesas...

Author: Luis Ortiz /

Cicatriz, solo se necesita una para marcar el destino. Solo se tiene en este caso una existencia marcada por mas de una cicatriz, el tiene por maldición divina más de un destino. Ciertos hombres que existen en el mundo caminan, vagan e incluso andan a caballo buscando un final felíz, sin embargo el resto de los hombres viven atados con cadenas a una tortura interminable que les impide soñar, amar y sentir. Pero todo sigue en constante movimiento, de manera imparable avanza incansablemente hasta cubrirlo todo.

Un fantasma en algún inicio, todo era gris y pocos matices, un autismo artículado de manera mecánica, la sombra de una infancia recorriendo una ciudad de población ausente. Ahí, en algún lugar entre las fronteras de la tierra y el cielo se encontraba un templo construído con muchos detalles, ahí el fantasma percibía las cosas, hacía el pasado a través de breves parpadeos en su alma y, hacía el futuro con pequeños y fuertes látidos de su corazón. Una zanahoria crecía en un espacio reducido entre la hierba mala del templo que plagaba el barranco cercano, por alguna razón en partícular que se desconoce hasta ahora, la zanahoria cobro más vida que el fantasma mismo, desarrollo el uso de razón, del habla e incluso extremidades, por lo cual terminó desenterrandosé asi misma, también por alguna razón desconocida no se deshidrataba ni moría. Sin embargo se sentaba plácidamente en una banca cercana al templo a esperar al fantasma, que es dudoso decir si era un fantasma mecánico o un mecanico fantasma, en ocasiones la zanahoria se esforzaba por artícular adecuadamente una conversación, pero el fanstama no prestaba atención y, ni siquiera hacía que una zanahoria pudiera estar sentada ahí.
Con el paso de el tiempo que parecía interminable, el fanstama se acostumbro a la presencia de la zanahoria y, ocasionalmente tenían charlas muy reducidas, a veces solo intercambiaban dos o tres palabras, con el mismo paso del tiempo el fantasma fue tomando forma, cada vez menos ausente, menos encerrado en sí mismo, la zanahoria cambio de forma y se hizo cada vez más humana. Nadie se explica a ciencia cierta como fue que sin conocer ninguno de los dos la vida humana, pudieran tornarse más humanos que el resto de la humanidad, pero no tenía sentido alguno, quien prestaría atención a dos seres no humanos en cuerpo más que en el alma, que se reunen en un lugar vacío y carente de población. Claro, solo en el momento en que ellos salen de ese lugar perdido en el tiempo, el resto del mundo los considera y, para pesar de ellos, los separan, los aislan, los cautivan, los embelezan, los enrollan en palabras, los seducen a la perdición, los moldean a la enajenación. Al final la historia termina de manera abrupta, el hilo del destino que tienen no es del mismo material que tienen el resto de los seres vivos, este se estira, se enrosca ó se contrae, la zanahoria ahora tiene forma de una doncella ataviada en mil pieles, que se le han encarnado a través de los cientos de años, el fantasma dejo de ser aquello que en un principio éra para transformarse en un recuerdo hecho a trazos como un dibujo vivo, tal para cual. Este recuerdo-trazo se enfrenta a mil batallas, se ensucia cruzando mundos enteros, degollando bestias divinas y criaturas infernales para encontrarse una vez más, frente al mismo templo, la doncella zanahoria es ahora una caudilla, de una causa por el respeto a las formas iniciales, se enfrenta a los terrores de su propio pasado, se enfrentan ambos, frente a frente en un duelo.
Inevitablemente solo había un camino, forzarla a herirlo, el no podía detener esa imparable forma suya de buscarla, solo encontrando su muerte había de deterse, y solo así, ella podía de-reformarse, encontrar su corazón y alma de zanahoria, para apreciar lo complejo y lo sencillo de una aparición. Una aparición que se torno verdadera, por el acto del corazón.
En el último momento, para estos dos seres todos estos eones fueron un instante, si existía una población alrededor que jámas les importo, solo hacían como que importaban, ambos se reconstruyeron en un instante, y al menos hasta nuestros días el fantasma ahuyenta a todo aquel que intente acercarse a su dulce zanahoria inmortal, hasta el fin de los tiempos y, fueron felíces por siempre
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2 comentarios:

elizabeth dijo...

Tributo a la ominosa "N"
entendible, pero para que hacermelo leer?


a pesar de todo me gustó

Persefone dijo...

La vida se desdibuja entre estas historias, donde un fantasma puede tener la voluntad de proteger el dulce corazón de su doncella-zanahoria; pero no la fuerza de compartir su destino con ella; historias como la vida donde los instantes de felicidad no pueden ser infinitos sino al igual que conchas en la arena no siempre las encontraras, que cuando las encuentras no son iguales a otras que has encontrado, que a veces pueden ser fragmentadas, imperfectas y aun así no dejan de ser hermosas.