Van dos semanas, y ya han caído dos infantes más, lo que inicio como una justificación me ha abierto los ojos, una epifanía me devoró el alma terrenal, me introdujo en una sensación de infinito dolor, que me mueve a evitar la prolongación de estos, porque su existencia, su aliento, sus respiraciones invaden el aire, lo contaminan y yo debo evitar esto, no existe el no sufrimiento, me di cuenta demasiado tarde y ahora debo, me debo un respiro. Pero no abandonaré esta persecución, no cuando estoy tan cerca de deshacerme de todos ellos. Ahora solo debo permanecer algunos días o semanas en este pueblo, oculto en los valles, pasar desapercibida y pensar, pensar mucho, buscar el origen de los niños malditos, porque no se encuentra en mi pobre vagina, ni en la de las otras mujeres, en nada tenemos la culpa de que vengan defectuosos de fabrica. Un lugar tranquilo me parece, donde los rostros brillan al atardecer con color rojizo, donde las sonrisas no se esconden y al contrario se aparecen en canciones, murmullos, en ritmos suaves de caderas en las calles, con jovencitas, mujeres, y alguno otro hombre que se permite divertirse durante el crepúsculo. Aquí los pequeños adoran y aman a sus madres, las colman de besos, abrazos, les brindan la calidez que ellas requieren, por haberla perdido en el parto de tan lindos ángeles como les habrá sucedido en ocasiones, durante las lagrimas eternas llenas de sufrimiento en sus enfermedades, en los desvelos ahuyentando los males que invaden los lugares alejados de la humanidad, de la conglomeración, del vicio, que buscan esparcirse. Yo sería una madre como esas, soy una madre como esas, y fui atrapada en un lugar terrible, espantoso donde mi mente sufría mil transformaciones, hasta el rescate de mi fiel carne, del llamado de la consanguinidad. Ahora, entre suspiros me viene y me va, los recuerdos del pequeño, cubierto en hormigas moviendo su diminuto cuerpo, empujando con toda su fuerza en sus piernas la porcelana, tratando de salir del retrete. Las hormigas, haciendo figuras en la pared coincidían con los esfuerzos sobrenaturales de sus pequeños pulmones, de su rápido parpadeo y la forma tan elocuente en que sus ojos se volteaban por la falta de oxígeno, mis puños pequeños débiles, golpe tras golpe azotando hasta perder mis fuerzas, mis lagrimas y escuchar el crujir de sus tiernos huesos. Oír el entrar de mi hermano a la casa, y como las hormigas en un cambio de estrofa se apoderaban de sus extremidades, los floreros y las tonadas de dolor en sus alaridos cambiaban mi estado de ánimo, lo erótico de la muerte retozaba en sus inhalaciones y la vida le llegaba breve al soltar el aire. Con un cuerpo casi al punto del alma en el infierno, toma asiento y gentilmente toca el piano. Entre desmayarme, despertar y sonreír, su música las detuvo. La colonia pereció junto a mi pequeño, y yo aquí, esperando reunir más fuerzas en búsqueda de otros infantes. Uno de ellos, controlaba la suavidad del aire o la dureza del mismo, hizo jirones los tejidos de mi piel, y mis bellas piernas dejaron de serlo, deshacerse del mismo fue fácil. Solo tuve que permitirle sentir el dolor más bello, perder una extremidad sin hacer algo al respecto, el sufrimiento y la desesperación descontrolaron su arte oscura de dominar el aire, termino quitándose la vida sin saberlo. Del otro pequeño ni hablar, el peor de los tres y de los futuros por venir, mejor a descansar y esperar reunir fuerzas, porque el mundo no necesita más infantes inhumanos como estos. Solo espero llegue el día de mi juicio, y mi alma pueda sanar o sufrir por la eternidad.
Si fueras humano.
Author: Luis Ortiz /Van dos semanas, y ya han caído dos infantes más, lo que inicio como una justificación me ha abierto los ojos, una epifanía me devoró el alma terrenal, me introdujo en una sensación de infinito dolor, que me mueve a evitar la prolongación de estos, porque su existencia, su aliento, sus respiraciones invaden el aire, lo contaminan y yo debo evitar esto, no existe el no sufrimiento, me di cuenta demasiado tarde y ahora debo, me debo un respiro. Pero no abandonaré esta persecución, no cuando estoy tan cerca de deshacerme de todos ellos. Ahora solo debo permanecer algunos días o semanas en este pueblo, oculto en los valles, pasar desapercibida y pensar, pensar mucho, buscar el origen de los niños malditos, porque no se encuentra en mi pobre vagina, ni en la de las otras mujeres, en nada tenemos la culpa de que vengan defectuosos de fabrica. Un lugar tranquilo me parece, donde los rostros brillan al atardecer con color rojizo, donde las sonrisas no se esconden y al contrario se aparecen en canciones, murmullos, en ritmos suaves de caderas en las calles, con jovencitas, mujeres, y alguno otro hombre que se permite divertirse durante el crepúsculo. Aquí los pequeños adoran y aman a sus madres, las colman de besos, abrazos, les brindan la calidez que ellas requieren, por haberla perdido en el parto de tan lindos ángeles como les habrá sucedido en ocasiones, durante las lagrimas eternas llenas de sufrimiento en sus enfermedades, en los desvelos ahuyentando los males que invaden los lugares alejados de la humanidad, de la conglomeración, del vicio, que buscan esparcirse. Yo sería una madre como esas, soy una madre como esas, y fui atrapada en un lugar terrible, espantoso donde mi mente sufría mil transformaciones, hasta el rescate de mi fiel carne, del llamado de la consanguinidad. Ahora, entre suspiros me viene y me va, los recuerdos del pequeño, cubierto en hormigas moviendo su diminuto cuerpo, empujando con toda su fuerza en sus piernas la porcelana, tratando de salir del retrete. Las hormigas, haciendo figuras en la pared coincidían con los esfuerzos sobrenaturales de sus pequeños pulmones, de su rápido parpadeo y la forma tan elocuente en que sus ojos se volteaban por la falta de oxígeno, mis puños pequeños débiles, golpe tras golpe azotando hasta perder mis fuerzas, mis lagrimas y escuchar el crujir de sus tiernos huesos. Oír el entrar de mi hermano a la casa, y como las hormigas en un cambio de estrofa se apoderaban de sus extremidades, los floreros y las tonadas de dolor en sus alaridos cambiaban mi estado de ánimo, lo erótico de la muerte retozaba en sus inhalaciones y la vida le llegaba breve al soltar el aire. Con un cuerpo casi al punto del alma en el infierno, toma asiento y gentilmente toca el piano. Entre desmayarme, despertar y sonreír, su música las detuvo. La colonia pereció junto a mi pequeño, y yo aquí, esperando reunir más fuerzas en búsqueda de otros infantes. Uno de ellos, controlaba la suavidad del aire o la dureza del mismo, hizo jirones los tejidos de mi piel, y mis bellas piernas dejaron de serlo, deshacerse del mismo fue fácil. Solo tuve que permitirle sentir el dolor más bello, perder una extremidad sin hacer algo al respecto, el sufrimiento y la desesperación descontrolaron su arte oscura de dominar el aire, termino quitándose la vida sin saberlo. Del otro pequeño ni hablar, el peor de los tres y de los futuros por venir, mejor a descansar y esperar reunir fuerzas, porque el mundo no necesita más infantes inhumanos como estos. Solo espero llegue el día de mi juicio, y mi alma pueda sanar o sufrir por la eternidad.
Canario
Author: Luis Ortiz /Ficha Última.
Author: Luis Ortiz /Estudiar.
Author: Luis Ortiz /El hombre al que le creció demasiada piel.
Author: Luis Ortiz /
01:21am. Me duele el gordo del pie izquierdo. Susy no deja de hablar mientras está dormida, es martes, y contando el domingo como inicio de semana lleva tres días haciendo lo mismo, murmura mientras sueña. Siempre he tenido el sueño muy pesado, pero por alguna razón estas últimas dos semanas ha sido muy ligero y estos tres días no he podido conciliar para nada el sueño, a lo mucho he dormido un par de horas, pero solo hasta hoy me duele el gordo, pero no es un dolor común, es un dolor que viene en “combo” con desveladas, mareos, dolor en los ojos y una sensación interna de ronroneo. Como hijo de un médico especialista aprendí que para síntomas extraños y fuera de lo común uno debe llevar un registro de los sucesos. Bueno, todo me parece fuera de lo común, a excepción del ronroneo, que surgió al tiempo mismo, a raíz de un momento gracioso. Susy y yo regresábamos de un viaje, el cual hicimos a una playa cercana que se encuentra a cuatro horas, decidimos ir porque ella pidió un tiempo de descanso en el trabajo, nos quedamos tres o cuatro días, en el cual la pasamos muy bien, pero el premio a la situación espontanea fue cuando en el regreso veníamos en un transporte nocturno, y en la oscuridad tuvimos intimidad, hacerlo con ella siempre es fantástico, pero esta vez en el momento de mi clímax ella murmuro en mi oído: “¡Apunten, disparen, fuego!”. Al llegar a nuestra casa desde esa madrugada tuve problemas para dormir, sobretodo porque ahí comenzó dentro de mi cuerpo el ronroneo.
02:58am. En la radio se ha escuchado una noticia que me ha hecho olvidar por un instante el dolor del gordo. El locutor ha dicho: Un hombre peligroso, al parecer de aspecto caucásico ha escapado de un sanatorio, la policía cree que el presunto criminal sea el famoso verdugo como le han apodado los medios, que hace algunas semanas cometió diversos homicidios en la ciudad. Se cree que éste ha escapado gracias a la deficiencia del cuerpo de seguridad y a un presunto detective que se encontraba trabajando en su caso. Les recomendamos a los radioescuchas que aseguren puertas y ventanas y se mantengan al tanto de futuras noticias, sugerimos así a la comunidad reporte cualquier anormalidad.
Buenos días radio escuchas son las 07:00am., esperamos hayan descansado, a su vez sentimos informarles dos hechos terribles. La familia Reboles fue encontrada muerta esta mañana por la policía en la sala de su casa. Los cuerpos de los cuatro integrantes de la familia fueron encontrados en una posición totalmente recta, cada uno en relación con otro en un ángulo perfecto de 90º, haciendo un cuadro perfecto entre los integrantes, quedando al centro dos pequeños recipientes. Uno conteniendo sal y, el otro pimienta. Junto a estos recipientes un arma de fuego calibre .45 clásico, encontrándose en su cartucho 4 balas restantes, lo que deja a numerosas dudas así como especulaciones a los detectives y policías encargados del caso; siendo el otro hecho lamentable y muy extraño quizás para la audiencia que sus vecinos, los Márquez hayan perecido. La policía encontró que la casa de los Márquez estaba totalmente cerrada y sin acceso, teniendo que forzar su entrada solo para tropezar horrorizados ante una cruel escena, en la cocina se encontraba la mascota de la familia con un disparo de lo que podría indicar una detonación de escopeta a corta distancia, causando un daño severo al destrozar en su totalidad su cabeza, sin encontrarse rastro alguno de la misma o sangre alrededor del canino. A su vez, hallaron en la recamara una sádica escena, la esposa Susana Márquez desnuda colgando de sus pies, en ganchos para carne, sobre el centro de la cama sin la piel entera de sus brazos y con una mueca de alegría salida de una película de terror. El Sr. Adrián Márquez acostado bocabajo inerte, presa de una enfermedad cutánea que hacía ver su cuerpo entero como una cigarra en proceso de maduración. Lo espeluznante de la escena es que la sangre de la Sra. Márquez goteaba lentamente sobre su esposo y nuestros valerosos policías no comprendían la escena; sin embargo, lograron escuchar unos quejidos muy leves a lo que procedieron a girar el cuerpo del Sr. Márquez quedando atónitos ante el hecho. Ana, la hija de 4 meses de la pareja se encontraba bajo el Sr. Márquez sin herida alguna, totalmente intacta y sin una gota de sangre. Esto fue algo sorprendente dado que el Sr. Márquez presentaba un hueco enorme en su tórax, donde la niña se encontraba alojada de forma cálida y en total calma. La policía aun no tiene indicios sobre lo que pudo haber sucedido, y se guarda toda la información para averiguaciones posteriores; sin embargo recuerdan a la población extremar precauciones.