Un tiempo breve sin una mano.

Author: Luis Ortiz /

Hoy es una tarde de viernes, una tarde en la que mi cuarto de siglo no es suficiente, donde yo soy cada parte de mi cuerpo, pero en el destino esta escrito que al llegar a los veinticinco años de edad, en la cual estoy en una perfecta completud, quedaré en falta. Vaticinado está, que será el corazón el que se ausente de mi cuerpo en esa fecha. Entre cada abrir y cerrar de ojos mi mano izquierda toma vida, se desprende y, no lo puedo entender, supongo que ya carezco de ese músculo, producía una fuerza que mantenía integrado mi cuerpo o eso es lo que puedo imaginar. Pero no siento miedo, esto no me produce temor, y me gustaría saber porque. No me doy cuenta del pasar de los días, esa mano, la mano que ya no me pertenece, que ya no es mía se sostiene de pedacería, debe ser de la que ha quedado como sobrantes de comida, de esas veces que cenaba carne y procedía a guardarla en el refrigerador. Ya han pasado varias semanas, de alguna forma construyó un muñeco con todo eso, un títere articulado que desprende un hedor hediondo que inunda la casa. Se porta de forma muy digna, paseandose por todo el lugar, con un caminar en ocasiones muy femenino, pero en algunos momentos al anochecer se pone a bailar, y a recrear todas mis actividades fingiendo ser yo, vistiendose con mi ropa. Hace algunos meses, no sabía que sería de mi sin mi mano, hoy en dia, soporto a esa mano, su presencia y su vida propia, regularmente durante las noches antes de dormir, jugamos a que somos una pareja, y que yo le pido matrimonio, pero cuando deseo levantar su mano para ponerle el anillo, me doy cuenta que me falta esa mano para sostener la suya, la mano que fue mía. Despues de todo este tiempo me di cuenta, que huelo terrible, que he subido de peso en forma súbita, y que no he salido casi de la casa, pero hoy he tenido unas ganas gigantescas de ir al baño y defecar, la mano a la cual he hecho llamar Jaime, me ha agarrado a cachetadas, mi única forma de reacción ha sido arrancarla de todo el bulto de carne, coserla a mi mano, engraparla, y llenarla de cables para moverla a mi antojo, porque no planea aceptarme de vuelta. Mis actos son justificables, necesitaba una mano para limpiarle el ano después de ir al baño. Hace un par de años escuchaba una canción, despues de un dolor muy fuerte en el pecho, en la cual esperaba llegará un momento feliz a mi vida, sonaba una frase ahí... "He estado esperando una guía que venga y me tome de la mano". Esa mano llego al dia siguiente, tocando mi puerta, una señora ofreciendo guantes de piel para el frío, así aquella mano se tornaba ciega, y yo, podía entonces volver a mis actividades cotidianas.