Otro vaso.

Author: Luis Ortiz /


¡Agustín! Despierta cariño, te volviste a quedar dormido, dice ella, mientras el, todavía tiene una brutal resaca, no de esas que proporciona la bebida, sino de aquellas que provocan los recuerdos de forma violenta en su mente. No han pasado ni diez minutos con el primer vaso de whiskey y ya te quedaste dormido, insiste ella, sin embargo el observa el vaso y ya esta terminado, no hay líquido alguno que lo habite, no hay liquido, nada, nadita, desde antes de servir el ya sabía que no había líquido, solo una especie de sustancia que provoca su mente se quede hueca para vaciarse en una ajena. El sigue pensando en Rosa, en lo mucho que la odia y, aún se pregunta como termino con ese engendro que tiene por compañera, a su edad, todos deberían estar jovenes y el ya muerto, debería de estar saliendo en forma de desecho por la ingesta de algún insecto de mi cuerpo corroído por el tiempo. Pero no es así, aún hay que lidiar con esto que parece un ser vivo, que tiene forma de animal y a veces aparece junto. Desespera dice Agustín, porque siente que su cuerpo lo abandona, a voluntad de este ente que le llama constantemente y que el no recuerda su nombre, Agustín solo puede pensar en que su mente esta desordenada, no sabe si este ser es una guía, es un castigo, o tan solo una ilusión de aquello que desearía no odiar más, Agustín aún siente algo en su pecho, y con cada desvanecimiento, pierde el sentido recordando más y más cosas, sin embargo recuerda del todo. El desearía recordar de forma exacta, porque aún siente un odio por Rosa, se pregunta si fue porque solo ha esa mujer le amo realmente, si fue por la forma de separarse de ella, a lo cual se pregunta como fue esa separación, y cuando lo piensa, se desvanece. ¡Agustín! Despierta cariño, me decías que tomarías un segundo vaso de esa bebida tuya, esas palabras este llamado suena en el aire, y se escucha que viene de lo lejos. Agustín despierta, asustado por ese llamado, pero no percibe de donde proviene el llamado, se sirve hielo y whiskey de una forma generosa. Hace memoria mientras vuelve a tomar asiento en ese lugar un tanto predilecto, años atrás en un viaje al sur del país, en un pueblo perdido se encontraba una cava de algún viejo castellano que oculto sus vinos más preciados, pero todo eso había sido saqueado y, un terrateniente poderoso utilizo los restos para guardar todas las botellas de whiskey que había adquirido. Agustín las tomo por la fuerza, dandole muerte al dueño, hurtando todas las botellas, no sin antes haber enamorado durante algunas semanas a la hija del terrateniente, y habiendola enamorado, procedio a poseerla junto a la cava, dejandola exhausta y dormida, le encerro y le prendio fuego a todo el lugar, el huyo rápidamente con tan solo un corazón roto. Alguno de sus tantos corazones rotos podríamos pensar, porque Agustín mismo, no sabe cuantos corazones tiene, ni tampoco cuantos ha roto, solo tiene en mente algunos cuantos, aquellos los que son los más odiados. En ocasiones antes de desvanecerse Agustín llora, llora desgarrando el cielo de dolor, porque no tiene familia, o eso cree Agustín, más de una treintena de mujeres en su vida, podrían afirmar lo contrario, sin embargo a Agustín no le interesa eso, el ya esta viejo, y se dedica a odiar como puede, a morir como puede, y a disfrutar de las cosas con las que se ha hecho en la vida, todo lo que tiene son varias botellas de whiskey, a las cuales pidio permiso a dios y juro terminarlas antes de morir, eso y un monstruo que habita en la casa, el cual destroza todo en el orden que le gusta a el. Agustín simplemente es un anciano, que recuerda sus dolores, sus amores, y su larga vida, en torno a la posesión de las cosas, por evitar poseer su corazón, hacerlo suyo. Sabe que la gente le roba el corazón desde la infancia, y el lo que hace es recuperarlo de la forma que mejor le parece, pobre Agustín. Al día siguiente de alguna de esas ocasiones tocan la puerta, Agustín asustado sigue sin moverse escuchando temeroso desde su asiento. ¡Hola señora, mucho gusto! dice un vendedor, me gustaría presentarle un nuevo producto que tal vez le interese. ¡Ah! ¿Es en serio? Si digame de que se trata su producto jovencito. Pues muy fácil señora, ahorita le explico en que consiste, solo por cortesía me gustaría saber su nombre. Claro que si hijo, mi nombre es Rosa...