Un jueguito continuo, lleno de diversiones.

Author: Luis Ortiz /



Los tres, solo somos tres en un fragmento de mundo. Un primero recordando los momentos de la infancia perdida, engarzados en figuritas detrás de una proyección digital. Un segundo fregando con fuerza los restos de una producción masiva de energía.Un tercero dividiendo sus pensamientos con un entretenimiento falso, que absorbe el tiempo a su alrededor. Somos tres, tres cansados de lo que nos proporciona el mundo, y que se ha negado a permitirnos el acceso de nuevo a nuestras alegrías.
Pero ese cansancio es beneficioso para uno de los tres, para mi o para otro no lo es, pero estoy seguro que para uno lo es; porque eso nos deja a nosotros dos pensando. Es tonto, es aburrido, pero prefiero que sea así, tres personas reunidas en una habitación, despues de haber abandonado a sus respectivas parejas en la boda y ante Dios. Que beneficio tiene estar casado por amor con una persona, cuando puedes estar matrimoniado ante la sociedad de amigos por diversión, ninguno digo yo, las otras dos personas asienten.
A veces cuando no se que decir, estas personas lo dicen por mi; cuando ordenamos hamburguesas ellas ordenan por mi, los refrescos los ordeno yo, y dejamos que el cajero adivine los complementos. Nos divertirmos con nuestro fragmento de mundo, unos martínis y alguna que otra bebida de ocasión, bailamos hasta que las piernas se nos cansan, y jugamos a los besos en la barriga; porque aquello de la sexualidad y el sexo es algo ya cansado. Porque la vida y el mundo nos decimos, estan construidos alrededor de un ideal Sadiano.
Nosotros nos "enloquecemos" un poco, porque no se nos ocurre hacer otra cosa, oyendo canciones peculiares para variar, disfrutando lo tanto que nos parecemos, jugando al calzón chino y a las pintarrajeadas de los hoteles donde vamos, haciendo creér a los empleados que tendremos sexo desenfrenado en un trío. Coloreando todo con crayola, gritos y gemidos al compás de un ruidoso sonido punk, ese es nuestro estilo, viendo a la gente en las ventanas con las cortinas cerradas, algunas tocandosé sus partes nobles y otras brincando entre otras por alcanzar la parte de la ventana de la esquinita de arriba.
Alguno que otro grito loquito mientras jugamos con las cacerolas de los hoteles caros, aquellos donde pedimos empleos temporales, trabajando de asistentes de cocina, haciendo sonidos de tupa-tupa-tupa-tupa-
tupa-tupa-tupa-tupa, gritillos chirriantes haciendo ¡yayeyyei! ¡yayeyyei! ¡yayeyyei! ¡yayeyyei!. ♪ Con un cassette♪ ♪En una alberca, abrazado de cerveza me voy a mojarr♪ ♪Me incomodan mis calzones, me los quito y voy a rockear♪ ♪Quiereme cuando me visto de champiñón♪ ♪Revientale una guitarra al gordito maricón♪ ♪Tengo un cassette con un buen noise, y alguna hecha al speedcore♪.
Nos cambiamos de ropa a las prisas, corriendo por los pasillos del hotel antes de que nos despidan y seguridad nos atrape, y hacemos todo con tal de disfrutar la vida, y los fragmentillos pírricos que podemos poseeer. Suenan los bongos alterados de los policias detrás de nosotros al salir de un antro, y damos gracias a Dios por librarnos de las cadenas del sexo. Boom, boom, boom suenan los preventivos, y nos tiramos por la empinada avenida, girando y rodando, cubriendo nuestras cabezas.
Vivimos en la parte de atrás de una tienda de conveniencia, en el hueco que hace esquina un contenedor de basura, tenemos todo limpio, y el encargado nos deja vivir ahí. Nos ganamos el almuerzo y algunas monedas trabajando en las mañanas, haciendo el jale de servir, y portarse como hacen los meseros y las chicas de limpieza, hacemos todo de forma divertida, los borrachos se ríen y hasta dejan buenas propias. Cuando se pone denso el asunto, estan los drogadictos hambrientos sudando bien intenso, y siguiendo nuestros movimientos, los hacemos bailar hasta cansarse, en otros momentos agarramos a unas nenas fresas que salen de antro en las mañanas, y con un buen sonido pop, las tomamos de la cintura y suena mamalón.
Con propinas, bailes, y comida nos alivianamos el resto del día, hasta la noche que entra el hambre muy fuerte, donde entre pellizcos a la tienda cerca de un bar, tomamos comida rápida, sopas ins-instantáneas. Entre salto y salto de escena nos cambiamos otra vez de ropa, y fingimos ser parejas de alguien más, regresarle la locura desenfrenada y sin sentido al sistema que lo implora. Caminando por la calle, nos vamos a todos lados, frecuentemente bailamos con nosotros mismos, con las sombras que nadie quiere pero se nos pegan, hasta que les llega la realidad de que esto esta más loco que lo que sus locuras les permiten.
A veces les coqueteamos a los de su respectivo sexo, y les presumimos hacer el amor, así de saltitos como los conejitos, les dejamos que la excitación se les suba a la cabeza, y el cerebro se les arremoline, que las patas les desprendan los pies a saltos de pinguinitos intentando seguirnos con los pantalones abajos, entre empinadas y nenes que quieren ser mamados. Nos reímos y nos cruzamos de los brazos, nos acomodamos para dormir en ocasiones de formas curiosas, porque hacemos cucharitas con las cucharitas, porque insistimos que si se duerme de cucharita con las cucharas es más rico, ¡Vaya que lo es!.
Tenemos unos vestidos en un supercloset, y lo guardamos en una bodega de renta, fue nuestro primer propósito, guardar la ropa en un lugar seguro, por si las dudas, aunque fastidiosamente tenemos que andar media ciudad, entre un aventón, y caminar, por eso lo hacemos durante las noches, así el regresar sea algo más tranquilo. Una vez, tuvimos que escondernos de nosotros mismos, porque temíamos que descubrieran nuestra casa, nuestro escondite secreto, y tuvimos antes de eso una noche loca, muy frenética, por lo cual uno de nosotros tenía una doble personalidad maligna, y no queríamos que se enterará donde vivíamos, no fuera que nos arruinara la felicidad.
Al final, matamos a su maligna personalidad, provocandole una purga con lácteos viejos, y un licuado de plátano, durazno y nopal. Le deshicimos tanto su personalidad, que salió hecha trocitos. Pero en fin, ese es nuestro fragmento de realidad, el cual atesoramos ahora, porque no lo atesorabamos cuando nos negaron nuestras alegrías. Ya mañana nos vamos a la ciudad capital en un autobus repleto de niños, y allá nos quedaremos a vivir, mientras en el transcurso serémos los tutores de todos los niños, cuidadores y demás. Los llevaremos a vivir a escondidas de todos, les enseñaremos a vivir; y esto porque ellos quisieron.
La verdad, no soy quien para andar haciendo una escuela de la alegría, pero tampoco se las puedo negar. Voy con las uñas pintadas de mis pies de colores, por el pasillo, mientras me dedico a cantar, los pongo a descanzar unas horas, para hoy en la noche a un lado de la carretera acampar.