En la pérdida de mi autoengorda.

Author: Luis Ortiz /



Me volví completamente loco, en partes desde hace dos meses. Primero fueron mis pies; se voltearon al revés, caminando a duras penas voy. Y me detengo cuando lo necesitan, no cuando yo quiera descansar. Las ideas después fueron víctimas, cuando menos esperaba yo, manifestándose en mis ojos estaban, las percibía un poco a la distancia, asustado me reía. La coherencia se ha perdido, los miembros de este cuerpo que no poseo han perdido concordancia en movimiento. Detener la palabra, detenerla porque me invade la mente. Los únicos de mi lado, justicieros de mi ser. Los dedos meñiques. Se entrelazan, manteniendo un poco de mi muy reducida libertad. Me atesoran, como lo último apreciable de la existencia.
Me volví aún las loco cuando se separaron, cuando uno de ellos se doblo, se giro un poco. Obviamente entorno a otro meñique, de una tal estudiosa de lentes delgados y pechos firmes, muy delgada y con labios de color rosa. Que balbucea y me ensaliva las cejas al dormir, pero no me aterra, dado que jamas estuve en control de mi cuerpo, ni el de mí. Aunque admito, al principio MIEDO en mayúsculas tuve, pero la mujer esa, mi locura consume. Pero no puedo decir más, tan solo pocas cosas, y con ella he aprendido que los terrores construyen, las alegrías albergan. La locura libera y oprime, pero la diferencia crea, así como la unidad casi siempre estructura, pero el miedo... El miedo como tal genera cualquier cosa sin dirección alguna.
Y yo, soy sincero, estoy aterrado. Me encuentro ensimismado, pero no por mucho. Porque en cualquier sentido, y en cualquier forma ella me cura, me consume hasta mi recién recuperada cordura.

2 comentarios:

Sill Ehnce dijo...

ocurrencias cortas.

Saludos!

T Balam dijo...

Que dulce locura, perder la cordura en alguien.